Romance de Delgadina
(versión
española)
Un
rey tenía tres hijas,
Tres
hijas como la plata.
La
más pequeña de ellas
Delgadina
se llamaba.
Un
día estando a la mesa
Su
padre la remiraba.
--¿Qué
me miras, padre mío,
que
me miras a la cara?
--Te
miro una cosa hija
que
has de ser mi enamorada.
--No
lo querrá Dios del cielo
ni
la Virgen soberana
que
mi madre sea suegra
y
mis hermanas cuñadas.
--Alto,
alto, mis criadas,
a
Delgadina matarla.
Y
si no la queréis matar,
Encerrarla
en una sala.
No
la deis de beber,
Ni
tampoco de comer
Mas
que un poco de agua turbia
Y
una sardina salada.
Han
pasado siete días.
Asomada
a una ventana
Ha
visto a sus hermanitas
Bordando
juegos de plata.
--Hermanas,
si sois hermanas
Darme
una jarra de agua,
Mas
de sed que no de hambre
A
Dios entrego mi alma.
--Retírate
Delgadina,
Delgadina
desgraciada,
si
mi padre lo supiera
la
cabeza nos cortara.
Delgadina
se retira
Triste
y desconsolada.
Con
lágrimas en los ojos
Iba
regando la sala.
Han
pasado siete días.
Se
ha asomado a otra ventana.
Ha
visto a su tierna madre
Peinando
sus bellas canas.
--Madre,
si usted es mi madre,
deme
una jarra de agua,
mas
de sed que no de hambre
a
Dios entrego mi alma.
--Retírate
Delgadina,
Delgadina
desgraciada,
que
por ti no como en mesa
ni
tampoco duermo en cama.
Delgadina
se retira
Triste
y desconsolada.
Con
lágrimas en los ojos
Iba
regando la sala.
Han
pasado siete días.
Se
ha asomado a otra ventana
Y
allí estaba su padre.
--Padre,
si usted es mi padre,
deme
una jarra de agua,
mas
de sed que no de hambre
a
Dios entrego mi alma.
--Hija
yo te lo daré
si
tu cumples mi palabra.
--Padre
yo la cumpliré
aunque
sea de mala gana.
--Alto,
alto, mis criadas,
a
Delgadina agua darle;
unas
con jarras de oro
y
otras con jarras de plata.
A
llegar a Delgadina
Ya
nada le hacía falta:
Una
fuente había a su lado
Y
ya estaba amortajada.
Delgadina. Corrido mexicano del
siglo XVIII basado en el romance español
Un
buen rey tenía tres hijas
muy
hermosas y galanas
la
más chiquita de todas
Delgadina
se paseaba
de
la sala a la cocina,
con
su vestido de seda
que
su pecho le ilumina.
-Levántate, delgadina
ponte tu falda de seda,
pa'
que vayamos a misa
a
la ciudad de Morelia.
Cuando
salieron de misa,
su
papá le platicaba:
-Delgadina,
hija mía,
tú
serás mi prenda amada.
-Ni
lo quiera dios del cielo,
¡Ni
la virgen soberana!
Que
es ofensa para mi madre
y
perdición de mi alma.
-Júntense
mis once criados,
encierren
a Delgadina;
Si
les pide de comer,
no
le den comida fina.
-Mamacita
de mi vida,
un
favor te estoy pidiendo,
que
me des un vaso de agua
que
de sed estoy muriendo
-Ay
hijita de mi vida,
no
te puedo dar el agua,
si
lo sabe el rey tu padre,
a
las dos nos quita el alma.
-Papacito
de mi vida,
un
favor te estoy pidiendo,
que
me des un vaso de agua
tu
castigo estoy sufriendo.
-Júntense
mis once criados,
llévenle
agua a Delgadina,
en
unos vasos dorados
y
otros de cristal de china.
Cuando
entraron al cuarto,
Delgadina
estaba muerta,
con
sus ojitos cerrados
y
con su boquita abierta.
La
cama de Delgadina
de
ángeles está rodeada,
y
la cama del rey su padre
de
demonios apretada.
Mambrú (Versión mexicana)
Mambrú
se fue a la guerra,
¡qué
dolor, qué dolor, qué pena!,
Mambrú
se fue a la guerra,
no
sé cuando vendrá.
Do,
re, mi, fa, sol, la,
no
sé cuando vendrá.
Vendrá
para la Pascua,
chipirín,
chipirín, chin chin,
vendrá
para la Pascua
o
para Trinidad.
Do,
re, mi, fa, sol, la,
o
para Trinidad.
La
Trinidad se pasa,
chipirín,
chipirín, chin chin,
la
Trinidad se pasa,
Mambrú
no vuelve más.
Do,
re, mi, fa, sol, la,
Mambrú
no vuelve más.
Mambrú
se ha muerto en guerra,
chipirín,
chipirín, chin chin,
Mambrú
se ha muerto en guerra,
lo
llevan a enterrar.
Do,
re, mi, fa, sol, la,
lo
llevan a enterrar.
Con
cuatro oficiales,
chipirín,
chipirín, chin chin,
con
cuatro oficiales,
y
un cura sacristán.
Do,
re, mi, fa, sol, la,
y
un cura sacristán.
Arriba
de su tumba,
chipirín,
chipirín, chin chin,
Arriba
de su tumba,
un
pajarito va.
Do,
re, mi, fa, sol, la,
un
pajarito va.
Cantando
el pío-pío,
chipirín,
chipirín, chin chin,
cantando
el pío-pío,
y
el pío-pío pa.
Do,
re, mi, fa, sol, la,
y
el pío-pío pa.
ROMANCE
DEL MORO ALATAR
De
Granada parte el moro
que
Alatar se llamaba,
primo
hermano de Bayaldos,
al
que el Maestre matara,
caballero
en un caballo
que
de diez años pasaba,
tres
cristianos se le curan,
el
mismo le da cebada;
una
lanza con dos hierros
que
treinta palmos pasaba,
hízola
aposta el moro
para
bien señorearla;
una
adarga ante sus pechos
toda
nueva y cotellada;
una
toca en su cabeza
que
nueve vueltas le daba,
los
cabos eran de oro,
de
oro, de seda y de grana;
lleva
el brazo arremangado,
so
la mano alheñada.
Tan
sañudo iba el moro,
que
bien demuestra su saña,
que
mientras pasa la puente,
nunca
al Darro le miraba.
Rogando
iba a Mahoma,
a
Mahoma suplicaba,
que
le muestre algún cristiano
en
que ensangriente su lanza.
Camino
va de Antequera,
parecía
que volaba,
solo
va, sin compañía,
con
una furiosa saña.
Antes
que llegue a Antequera,
vido
una seña cristiana,
vuelve
riendas al caballo
y
para ella le guiaba,
la
lanza iba blandiendo,
parecía
que la quebraba.
Saliósele
a recibir
el
Maestre de Calatrava,
caballero
en una yegua,
que
ese día la ganara,
con
esfuerzo y valentía
a
ese alcaide del Alhama;
de
todas armas armado,
hermoso
se divisaba,
una
veleta traía
en
una lanza acerada.
Arremete
el uno al otro,
el
moro gran grito daba,
diciendo:
-¡Perro cristiano,
yo
te prenderé la barba!
El
Maestre entre sí mismo
a
Cristo se encomendaba.
Ya
andaba cansado el moro,
su
caballo ya aflojaban;
el
Maestre, que es valiente,
muy
gran esfuerzo tomaba.
acometió
recio al moro,
la
cabeza le cortara.
El
caballo, que era bueno,
al
rey se lo presentaba,
la
cabeza en el arzón,
porque
supiese la causa.
SALE
LA ESTRELLA DE VENUS –Lope de Vega
Sale
la estrella de Venus
al
tiempo que el sol se pone,
y
la enemiga del día
su
negro manto descoge,
y
con ella un fuerte moro
semejante
a Rodamonte
sale
de Sidonia airado,
de
Jerez la vega corre,
por
donde entra Guadalete
al
mar de España, y por donde
Santa
María del Puerto
recibe
famoso nombre.
Desesperado
camina,
que
siendo en linaje noble,
le
deja su dama ingrata
porque
se suena que es pobre;
y
aquella noche se casa
con
un moro feo y torpe
porque
es alcaide en Sevilla
del
Alcázar y la Torre.
Quejándose
tiernamente
de
un agravio tan inorme,
y
a sus palabras la vega
con
dulces ecos responde:
«—Zaida,
dice, más airada
que
el mar que las naves sorbe,
más
dura e inexorable
que
las entrañas de un monte,
¿cómo
permites, cruel,
después
de tantos favores,
que
de prendas de mi alma
ajena
mano se adorne?
¿Es
posible que te abraces
a
las cortezas de un roble,
y
dejes el árbol tuyo
desnudo
de fruta y flores?
Dejas
tu amado Gazul,
dejas
tres años de amores,
y
das la mano a Albenzaide,
que
aun apenas le conoces.
Dejas
a un pobre muy rico
y
un rico muy pobre escoges,
pues
las riquezas del cuerpo
a
las del alma antepones.
Alá
permita, enemiga,
que
te aborrezca y le adores,
y
que por celos suspires
y
por ausencia le llores,
y
que de noche no duermas,
y
de día no reposes,
y
en la cama le fastidies,
y
que en la mesa le enojes,
y
en las fiestas, en las zambras,
no
se vista tus colores,
ni
aun para verlas permita
que
a la ventana te asomes;
y
menosprecie en las cañas,
para
que más te alborotes,
el
almaizar que le labres
y
la manga que le bordes;
y
se ponga de su amiga
con
la cifra de su nombre,
a
quien le dé los cautivos
cuando
de la guerra torne;
y
en batalla de cristianos
de
velle muerto te asombres,
y
plegue a Alá que suceda
cuando
la mano le tomes,
que
si le has de aborrecer,
que
largos años le goces,
que
es la mayor maldición
que
pueden darte los hombres—».
Con
esto llegó a Jerez
a
la mitad de la noche;
halló
el palacio cubierto
de
luminarias y voces,
y
los moros fronterizos
que
por todas partes corren,
con
sus hachas encendidas
y
con libreas conformes.
Delante
del desposado
en
los estribos alzóse;
arrojóle
una lanzada
de
parte a parte pasóle;
alborotóse
la plaza,
desnudó
el moro un estoque,
y
por mitad de la gente
hacia
Sidonia volvióse.
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